Sector Cosmética
La innovación siempre ha sido clave en el sector cosmético, pero ahora se ha convertido en una necesidad urgente. La presión por lanzar productos más rápido, adaptarse a las nuevas demandas del consumidor y mantener estándares de calidad más altos obliga a los fabricantes a replantearse su forma de trabajar. Para lograrlo, cada vez más empresas confían en soluciones digitales que integran todo el proceso, desde la formulación hasta la fabricación y distribución.
El consumidor actual exige productos más seguros, sostenibles y transparentes. Las redes sociales han amplificado estas demandas y reducido la fidelidad a las marcas: el 94 % de los compradores busca activamente alternativas y el 73 % está dispuesto a pagar más si confía en la transparencia de una marca. Un comentario negativo de un influencer puede arruinar la imagen de un producto.
Ante esto, los fabricantes deben responder con agilidad. Innovar constantemente en sus fórmulas y comunicar con claridad qué contienen sus productos ya no es una opción, sino una obligación. Para ello, necesitan herramientas que faciliten el desarrollo rápido de nuevos productos, con una gestión precisa de datos e ingredientes.
La regulación en cosmética se está endureciendo y cada vez se asemeja más al entorno farmacéutico. Solo en 2018, se retiraron 121 productos del mercado europeo por incumplimientos. En este contexto, garantizar el cumplimiento normativo y la trazabilidad en todo momento es esencial.
Hoy, el consumidor ya no quiere solo comprar: quiere participar. El 40 % de los millennials quiere influir en el desarrollo de los productos. Esto lleva a un cambio de paradigma: de la producción masiva a lotes más reducidos y personalizados.
Cada nuevo lanzamiento requiere gestionar un alto volumen de datos. Cambiar un solo ingrediente puede afectar a toda la cadena: disponibilidad de materias primas, calidad, procesos productivos, normativa…
Una vez que el producto entra en producción, la prioridad es clara: asegurar una calidad constante. Las retiradas de productos no solo implican costes, sino también una pérdida de reputación difícil de recuperar.
Los fabricantes deben gestionar variaciones en materias primas (especialmente naturales), condiciones climáticas y ubicación de las plantas
Aunque los precios de los materiales, la energía o el personal aumentan, los consumidores no están dispuestos a pagar más. El 74 % se ha vuelto más sensible al precio. En este escenario, innovar sin disparar los costes es un reto clave.
Casos de éxito
Que mejor manera de saber como trabajamos que leer las historias de clientes anteriores